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Channel: Antonio Zugasti – ATRIO
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  ¿Es pecado votar al PP?

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      Para muchos puede parecer una pregunta totalmente absurda, dadas las buenas relaciones que los populares han mantenido y mantienen con la jerarquía de la Santa Madre Iglesia. En el otro extremo del arco encontraríamos una respuesta contundente: “Por supuesto que es pecado”

      Habría que analizar los motivos por los que se elige una respuesta u otra. Todo lo que está saliendo a la luz últimamente (y lo que ya salió tiempo atrás) nos habla de un partido en que la corrupción era algo habitual, algo que corroía profundamente las estructuras de esa organización. Podrán decir que, mientras no llegue una condena formal, hay que atribuirles la presunción de inocencia. También es posible que los jueces de su órbita logren evitar esa condena, o por lo menos suavizarla lo más posible. Pero no conseguirán evitar que para unos ciudadanos con los ojos abiertos y sin prejuicios esté muy claro que la corrupción era un elemento fundamental en el funcionamiento del PP.

      Podrán decir que no todos eran corruptos, y que ahora hay una renovación en que esa corrupción va a desaparecer. Pero los líderes actuales que pretenden protagonizar esa renovación no se apuntaron ayer por la tarde al partido. Llevan años en puestos de responsabilidad ¿No se enteraban de nada? ¿No había nada que les llamara la atención? Resulta bastante difícil de creer que no fueron, por lo menos, consentidores de la corrupción. Un auténtico deseo de renovación debería suponer una apuesta por la claridad y la transparencia y, si aparecen culpables, no tratar de encubrirlos. Facilitar la investigación abriendo puertas y ventanas para que salga a la luz todo lo que haya de blanco y de negro. Pero no parece que sea esa la línea emprendida por el “nuevo” PP.

      Además la actitud de este renovado PP al encontrarse con el drama de la covid 19 nos permite ver cuáles son sus principales objetivos. En vez de prestar su colaboración para hacer frente a la pandemia, la ha utilizado para acosar constantemente al gobierno. No parece una actitud demasiado ética.

       También pueden decir que el proyecto político defendido por el partido no es lo mismo que la conducta personal de algunos líderes. Ya resulta difícil de creer que unos políticos corruptos promuevan unas políticas beneficiosas para el conjunto de la sociedad. Pero además es que aquí llegamos al punto clave: el proyecto político del Partido Popular ¿nos lleva hacia una sociedad justa y solidaria?

      Cuando ha gobernado las desigualdades han aumentado, y la crisis ecológica ha estado totalmente olvidada. Pero lo más grave es que la economía defendida por el PP es una economía criminal. Hablan de economía de mercado, de mercado libre. Una forma de cargar las terribles consecuencias de esta economía en ese ente mítico e impreciso: los mercados. Pero dentro de esa nube negra de los mercados hay personas de carne y hueso que los mueven y sacan escandalosos beneficios a costa de los mercados.

      El Papa Francisco, en el primer documento escrito en su pontificado, La Alegría del Evangelio, no puede ser más claro: “Esta economía mata”. Mata en primer lugar de hambre porque ha convertido la alimentación en un negocio, se especula con los alimentos y se dedican grandes extensiones de terreno a los cultivos que produzcan más beneficios y no a los más necesarios para la alimentación humana.

      Mata por falta de atención médica. Para la economía criminal la atención sanitaria es también un negocio. Estamos experimentando ahora, con motivo de la pandemia, los efectos de los recortes que la derecha ha realizado en la sanidad pública en beneficio de la privada. En muchas regiones del mundo no pueden experimentar esos recortes porque no tienen servicios sanitarios. No los pueden pagar y tranquilamente los dejan que se mueran.

      Mata por las guerras. Pequeñas, interminables y mortíferas guerras que se libran en gran parte para apropiarse de recursos naturales escasos. Apoyo a dictaduras crueles que machacan a sus pueblos pero favorecen a grandes empresas capitalistas. Y detrás de todo esto el gran negocio de las armas, uno de los más rentables para empresas y países volcados en la economía criminal.

      El cambio climático está detrás de grandes desplazamientos de población, de temporales, sequías y hambrunas que producen innumerables víctimas. Pues detrás del cambio climático también están las grandes empresas, no sólo las de los combustibles fósiles, sino todo el conjunto de la economía capitalista que, por encima de todos sus esfuerzos por pintar de verde su actuación, quiere mantener una forma de vida, una civilización basada en el producir y consumir que les permita a ellos seguir con su acumulación de riqueza, aunque empuje a la humanidad a una hecatombe difícil de imaginar.

      Todo eso es lo que apoyamos con el voto al Partido Popular, y no digamos con el voto a VOX. Difícil negar que, objetivamente, es algo gravemente pecaminoso. Lo que no podemos afirmar es que todos los votantes sean conscientes de esta realidad. La tradicional “alianza entre el Trono y el Altar” se ha vivido estos últimos tiempos como alianza entre la derecha y la jerarquía eclesiástica, lo que ha llevado a mucha gente de buena voluntad a considerar que sus creencias religiosas les obligaban a votar a partidos de derechas. Frente a esta mentalidad, que desgraciadamente está muy extendida, es necesario decir alto y claro que votar al Partido Popular es pecado.


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